POLITICA
Con
dos años del Instituto Alfredo Vásquez Acevedo, más conocido como IAVA, logré salir de la burbuja un poco artificial
del British y me topé con un Uruguay más real, más normal y de clase media, más
latino, desordenado, creativo, el Uruguay de la picardía criolla y la
politización desmesurada. Asistí
asombrado a las primeras asambleas de estudiantes, las huelgas por la autonomía
universitaria de 1958, mis primeras manifestaciones por 18 de Julio, la oratoria inflamada de líderes
estudiantiles sobre temas extraños o incomprensibles para mi inocencia política. Solo había
escuchado historias familiares de escasa entidad: la admiración de mi madre por
Batlle y Ordóñez, vagas referencias de la admiración de mi padre por Emilio
Frugoni, y otras historias breves, como
un banquete en el Parque Hotel donde entró la tropa de Gabriel Terra
apuntando a los comensales con sus fusiles, y mi tía abuela, vasca hasta la
médula, se negaba a levantar los brazos.
Más
por espíritu aventurero que por convicción política, en 1958 me sumé un par de
veces a las manifestaciones por la autonomía universitaria.
Los consabidos gases lacrimógenos, la
policía a caballo corriendo por las veredas y todo eso, pero el mayor asombro
fue comprobar que la policía, o sea el Estado, a través de la prensa que
narraba los incidentes, mentía
descaradamente. Para mí hasta ese momento el Estado era una entidad superior,
impoluta, regida por leyes justas e
inmutables y ejercidas por gobernantes
perfectos. Hubo una manifestación relámpago de 500 obreros y estudiantes por
18 de Julio que fue dispersada por agentes de Investigaciones vestidos de
particular. Al día siguiente la Jefatura informó que éramos 50 y que habíamos
provocado la represión tirando piedras. Comenté el asunto con mi
amigo Roberto, inteligentísimo estudiante de derecho y me dijo: “¿nunca
pensaste que las leyes y las instituciones, como la policía, son un invento de
una clase para explotar a otra?” Todavía
sin saber si fue una bendición o una desgracia, esa fue mi primera aproximación
al marxismo.
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