jueves, 22 de abril de 2021

EL DELITO DE PELIGRO

 


Hasta ahora estoy muy contento de haber votado a Lacalle Pou y la coalición multicolor, por apoyarse en el asesoramiento de los científicos, por la manera en que se logró fortalecer el sistema de salud durante seis meses con un número bajísimo de casos, por haber conseguido tantas vacunas ante el fracaso de la compra colectiva, por la eficacia y celeridad de la vacunación, por atender en estas últimas semanas muchísimos reclamos muy difíciles de instrumentar, por la inteligentísima  decisión de trasladarle a los gremios la responsabilidad de hacer la lista de trabajadores más o menos informales  que van a recibir subsidios, exenciones tributarias, y otros beneficios.  

                                            

Todos estos logros que en las encuestas le dan a Lacalle un apoyo del sesenta y pico por ciento se van por el drenaje si el Senado vota esa ley de Delito de Peligro, que desde ya cuenta con la opinión contraria de prestigiosos abogados del ámbito penal. El propio Manini, el supuesto facho de “se acabó el recreo” dice que no vota la ley si no se especifican con precisión los delitos,  que tal como está redactado el proyecto, le deja a los policías y fiscales un margen enorme de discrecionalidad, subjetivismo o capricho.


Es como si todo lo que logró Lacalle con “la libertad responsable”, que sintetiza lo mejor de la tradición nacional,  liberal, democrática y republicana  de respeto a la Constitución y las leyes, se borrara de un plumazo y se le regalara la bandera de la libertad a los sectores autoritarios del Frente Amplio. Todo este arriesgado y equivocado  proyecto de la coalición,  dos meses antes que se termine la vacunación y se vaya  la pandemia, me recuerda proyectos totalitarios de otras épocas. Al Frente Amplio se le cae la baba,  se refriega las manos ante este regalo y la chance de recuperarse de sus propios desatinos.  




martes, 20 de abril de 2021

LOS HIJOS DE SILVITA Y LA LIBERTAD RESPONSABLE

 

                                                        ELENCO DE SHARK TANK

Juan Martín Posadas, “el cura”, publicó hace unos días en Búsqueda una columna en la que afirma que la libertad responsable es la consigna, acuñada por Lacalle Pou,  que deberá dominar el horizonte ideológico en los próximos años en América Latina, o por lo menos en Uruguay, si es que queremos salir de la eterna siesta y el atraso endémico. La izquierda también le dio importancia al concepto y lo ha atacado con dureza, asociándolo al neoliberalismo individualista, pero  que no fue entendido ni adoptado por la gente,  ni sirvió para evitar el  descontrol actual de la pandemia.

Entonces llamé a mi amigo Silvita y le pregunté si había leído la columna de Posadas. Me dijo que sí, pero que Posadas en su larga columna le da vueltas a la nueva consigna pero no la desarrolla, no la llena de carne ni de medidas concretas. Dice que Posadas es uno de los pocos notables intelectuales  de la derecha pero que por ser viejo, blanco y herrerista se mueve con códigos de comunicación atrasados.

Silvita tiene varios hijos, mujeres y varones, que tienen entre 20 y 40 años. Ninguno quiso ser empleado público, ni empleado de nadie. Los cuatro son “emprendedores”, se mueven en ámbitos de inglés, computación y marketing, incubadoras de start ups, emprendimientos, ventas on line, hashtags, historias en Instagram, influencers, tutoriales de Youtube, edición de videos, Zoom y Whatsapp, y dos de ellos todavía miran Shark Tank todas las semanas y dicen que es el programa más importante de la televisión educativa (sic), y los otros dos compran y venden bitcoins y NFTs y tratan de inventar aplicaciones para ver si pueden pegar con una y triunfar como Bill Gates, Zuckerberg o Bezos.

Silvita me dijo que a sus hijos les va bien, pero mientras no se generalice en la educación la idea de que es bueno el Mercado, jugar a la bolsa, hacer negocios, ser empresario, tener propiedades o mucho dinero, nuestros países jamás saldrán del estatismo socializante.

Pero Silvita, le dije, estás desconocido, estás hablando por lo que dicen o hacen tus hijos. ¿No les enseñaste los viejos valores que aprendiste en los sesenta? Sí como no. A la que puso un restorán le dije  que compre pollos criados a campo en lugar de los de jaulita, y al que tiene una empresa de limpieza  le dije que ponga a todas las empleadas en el BPS. ¡Ay papá!, dice Silvita que le dijeron, somos entrepreneurs, no empresarios hijos de puta como los de tu generación.

Pobre Silvita. En cuanto colgué con él prendí la tele y me puse a ver por primera vez Shark Tank, (Negociando con Tiburones), que yo creí que era joda y resulta que  es todo de verdad, y entré en Wikipedia  para ver qué diablos era un NFT y me quedé en shock,  pero ésas son otras historias.

jueves, 15 de abril de 2021

TODO CAMBIA

Según una concienzuda investigación reciente realizada por The Economist, como consecuencia de la pandemia la sociedad pasará por grandes cambios. Entre ellos, se consolidará y mejorará la calidad del trabajo en línea, la gente se verá las caras en videollamadas, habrá espacios para reuniones digitales de socialización, las casas habitación se adaptarán para el trabajo domiciliario, los empleados nine to five podrán vivir donde les guste, viajarán mucho menos al centro o lo harán en bicicleta evitando los embotellamientos de las horas pico. Desaparecerán las grandes oficinas corporativas y los grandes hoteles para congresos presenciales. Desaparecerán los Shopping Centers, las tiendas tendrán algunos showrooms, deberán invertir en tecnología, la gente preferirá las grandes marcas por su credibilidad y prestigio. La revista prevé otros cambios interesantes pero con menos impacto sobre la arquitectura y el urbanismo. Por ejemplo, para esquivar las fake news la gente pagará suscripciones a fuentes “confiables” En la foto se ve uno de los tantos Shoppings ya abandonados, en USA, donde los cambios se dan veinte años antes que en nuestro entrañable país-tortuga.

martes, 6 de abril de 2021

LAS MADERITAS DE SAN LAZARO

Parece que en la Edad Media a los leprosos los echaban de la ciudad y les colgaban una “maderitas de San Lázaro”. Cuando el desdichado volvía a la ciudad sonaban las tablitas, clac, clac, clac, y la gente se apartaba.
En el siglo XIV Venecia era uno de los puertos más importantes de Europa, los barcos llegaban de todo el mundo a descargar y cargar mercaderías. Si había grandes pestes, dos o tres por siglo, que se llevaban la tercera parte de la población, Venecia tenía que seguir funcionando, así que recluía a los viajeros enfermos en dos islas cercanas, lazaretos, por cuarenta días.
Así la cuarentena llegó hasta nuestros días. Se usó la Isla de Flores hasta principios del siglo veinte, y hoy está llena de conejos que corretean entre las ruinas de los edificios.
Todo esto que leí en Google se lo conté a mi amigo Juan Silva, compañero de Facultad, (creo que nunca se recibió), que me llamó para decirme que él personalmente no piensa dejar de trabajar, ni de salir, ni de tomar ómnibus, ni de ir al súper o almorzar con un cliente o mostrar apartamentos (él se recicló, puso una inmobliaria) Dice que si no vende no cobra dinero para llevar a la casa (suerte que la mujer es empleada pública y cobra religiosamente). Lo cierto es que Silvita no se siente culpable por desobedecer las indicaciones del gobierno y salir de la burbuja. No se siente responsable directo de la muerte de ninguna abuelita. Varios de sus colegas se hisoparon y les dio positivo, tienen un poco de fiebre y un poco de tos, y van unas horas a laburar igual. La mutualista nunca los llamó, ni el Ministerio tampoco, se perdió el hilo epidemiológico, nadie sabe quién contagió a quién, así que ellos saben que nadie los va a retar, ni sancionar, ni multar, ni meter presos, ni acusarlos de matar viejitas. Desde que saben o creen que la vacuna, aun la primera dosis, los salva del CTI y de la muerte, y la infección no pasa en la mayoría de los casos de una gripecita llevadera, han perdido el miedo al Covid, y sobre todo han perdido el sentimiento de culpabilidad. Fin de la libertad responsable. Un poco escandalizado por lo que me decía Silvita, le mentí que hay un proyecto de ponerle tobilleras electrónicas a todos los positivos que anden por la calle y mandarlos a Isla de Flores. Se me rió en plena cara. “Me voy a laburar mientras vos predicás moral desde tu regio sillón de jubilado” me dijo, y apagó el Zoom sin despedirse.