Hacía tiempo que no me llamaba mi compañero de Facultad, Juan Silva, alias Silvita, rubio, bajito, de pelo crespo. Lo noté muy excitado con toda esta lluvia de grandes proyectos de arquitectura que se anuncian en la tele y provocan discusiones apasionadas. Silvita cree saber quiénes son los autores de la Isla de Punta Gorda, que hasta ahora han permanecido escondidos. Dice Silvita que son muy jóvenes, que se recibieron en el dos mil y pico, y son seis: Fabián Ayerra, Marcos Castaings, Martín Cobas, Federico Gastambide, Javier Lanza, y Diego Pérez. Todos fueron alumnos del arquitecto y docente Thomas Sprechmann, o de su heredero Marcelo Danza, actual Decano de la Facultad.
En cuanto se recibieron fundaron un “ámbito de práctica y reflexión sobre arquitectura, urbanismo y territorio” y también “una maquinaria de pensamiento y acción”… “induciendo construcciones estéticas, afectivas, ficticias, de distancia”. Su oficina se llama Fábrica de Paisajes, y se encuentra fácilmente en Google. Silvita consultó a viejos amigos urbanistas y docentes de grado 5, y todos coinciden en que los autores del proyecto de la Isla son totalmente brillantes, con unos curriculums impresionantes, numerosos primeros premios ganados en concursos internacionales, publicaciones, etc. Le llamó la atención a Silvita que en su página web, entre edificios importantes ganados por concurso figura solamente uno, el Sanatorio de Rehabilitación del Banco de Seguros, y los demás son concursos de ideas y obras ficticias. Silvita se acordó de la invasión de los marcianos que contó Orson Wells por radio en Nueva York. Se acordó de Borges y de Thomas Bernhard que daban pistas sobre la mezcla de verdad y ficción en sus obras autobiográficas.
Silvita sospecha que el Gobierno Nacional y la Intendencia han sido víctimas de una gran broma, una performance de arte conceptual creada por estos brillantes muchachos. Se escondieron como autores, atrás de una compañía de inversiones ficticia, Jerkel SA. Con resúmenes en inglés y todo el misterio del anonimato y la brevedad, generaron un debate gigantesco en base a un dibujo genial de una isla llena de yates y torres. De un lado se agrupó el Gobierno y la derecha liberal, encantada con la inversión y la idea de mudarse a la Isla con las Kardashian, y del otro la Intendencia y la izquierda socialista, furiosa con la presunta segregación social y otros impactos negativos. Con la participación de Lacalle y Carolina Cosse como actores involuntarios en esta obra de arte, los autores habrían logrado su objetivo, de mover el avispero en la ciudad, dormida sobre su bella rambla.
¿Y esto cómo sigue? le pregunté a Silvita. Me dijo que con el rechazo de la Intendencia, no prevista en el guión original, los muchachos van a tener que dar la cara, brindar más información, o lanzar el segundo capítulo de la serie. Una especie de Borgen nativo. Punta Gorden o algo así.