viernes, 23 de junio de 2017

EL UNO POR CIENTO


Últimamente en las discusiones políticas está de moda mencionar que el uno por ciento de la humanidad es dueña del cincuenta por ciento de la riqueza.  Lo del cincuenta varía un poco con cada fuente periodística,  pero lo del uno por ciento, que tiene su gancho, se ha hecho viral. Lo popularizó Sanders en sus debates con Trump y  Hillary. La imagen que en esos días  me volvió desde la infancia es la del Tío Rico Mac Pato sentado en una montaña enorme de monedas de oro. Hace unos días se apareció por el taller mi amigo Silvita, (ex militante de la Juventud Comunista en la década del sesenta),  blandiendo un pedazo de queso y una botella de whisky. Quería conversar conmigo del tema del uno por ciento, aun sabiendo que desde hace años no me interesa enredarme en polémicas de boliche. Como es un buen tipo, medio idealista e inocente, me armé de paciencia, lo hice pasar a la cocina y mientras yo picaba unas cebollas dejé que me contara sus elucubraciones estadísticas. Lo escuché con cara de no saber, pero al rato le pregunté si siempre vivía en aquella casa del barrio Jacinto Vera que le dejaron sus padres. Dijo que sí, que le quedó un poco grande, pero si la vende ahora no le dan más de 250 mil dólares. “¿Y el apartamento que te dejó tu jermu cuando te mandó a la mierda cuánto vale?” le pregunté. “Y ponele otros 250; sabés que no me gusta  Punta y menos si es en Gorlero. Solo lo usan mis nietos,” me dijo.  “Lo podrías alquilar en verano, boludo, no creo que la fabriquita de bolsas de nylon que tenés en el barrio de los judíos te dé para vivir!” le dije. “¡Y no, está todo medio parado, pero tengo seis empleados de toda la vida, no los voy a echar!” “Pah! Silvita! Pensar que ese galpón debe valer otros 250, por el terreno, viste? Si le sumás las máquinas de la época de Luis Batlle, la camioneta y los cuadros de Iturria, ya te pasaste de los 770 mil. Estás en el uno por ciento! Te felicito, te sirvo otro?” Silvita palideció, se quedó mudo como si le hubieran dado un mazazo y agarró sus cosas como para irse. Temiendo que le fuera a dar un infarto le dije que si donaba casi todo y se compraba un monoambiente de setenta mil, se entreveraba en el numeroso pelotón del 10 por ciento más rico del planeta. “¿De dónde sacás esos datos?” me preguntó desesperado. “Están en Internet en varios sitios, y acá en Uruguay lo vi en El País, el Observador, y Búsqueda.” “Ah, con razón, me olvidé que vos  leés la prensa burguesa” me dijo, y se fue mucho más tranquilo, pobre Silvita. JUNIO 2017, publicado en Cartas de los lectores de Búsqueda


lunes, 19 de junio de 2017

EL ARCO IRIS






La “bandera del arco iris” diseñada por Gilbert Baker  en San Francisco en 1978 representa desde entonces al movimiento Lesbian, Gay, Bisexual, Trans y Queer, en todo el mundo. Los seis colores, rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta, simbolizan vagamente sexo, vida, curación, sol, naturaleza, arte, espíritu, etc. Pero hace poco la Comisión de Derechos Humanos de Filadelfia introdujo en la bandera una idea “políticamente correcta”. Le agregó a la bandera dos franjas nuevas, una marrón y una negra, que simbolizarían las  minorías gay más discriminadas por los blancos de Filadelfia. Entonces la bandera con los bellos y polisémicos colores del arco iris, (donde ya están todos los colores), y que la humanidad celebra desde el comienzo de los tiempos, se transforma en signos de raza, de políticas identitarias y puteríos varios propios de la posmodernidad más tonta. Así se entretienen nuestros activistas y académicos progre, mientras las hordas extremistas blanden la cimitarra para cortarles el cogote. Suerte que algunos han tomado la iniciativa para el chascarrillo, y proponen agregar una franja blanca que represente a la raza ídem. Pieles roja y amarillos ya están.