jueves, 28 de enero de 2021

EL GATOPARDO

 

            Desde hace varias semanas, (el 5 de diciembre salió en Pagina 12),  anda circulando en las redes un artículo de Boaventura de Souza Santos, sociólogo o filósofo de moda entre los jóvenes,  con un currículum académico impresionante. Como es habitual en estos virales días, Boaventura ve en la post pandemia la oportunidad para cambiar el curso del mundo, y entonces lanza tres alternativas.

            La primera sería la continuación o el regreso del capitalismo neoliberal de los gobiernos de derecha y extrema derecha, y con ello seguir con el neo extractivismo, la explotación abusiva de la naturaleza, la destrucción de los ciclos vitales de restauración, la afectación de los hábitats por la minería de cielo abierto, la agricultura industrial con sus insecticidas y pesticidas, el desmonte de los bosques, la contaminación de los ríos, el calentamiento global.

            También la alternativa neoliberal sería responsable de que los virus de los animales pasen a los humanos en nuevas pandemias, en un marco de hambre y epidemias en las barriadas pobres,  gente sin vivienda durmiendo en la calle, el trabajo informal, la distopía,  en fin. Por si fuera poco, el capitalismo sería responsable del racismo y el sexismo, ya que la dominación es colonialista y patriarcal.  

            Boaventura se suma a los que proponen tomar medidas contra los dueños de Google, Amazon, Facebook y Apple (GAFA) porque tienen la misma riqueza que la mitad de la población de Estados Unidos.

            La segunda alternativa es el gatopardismo, en alusión a la novela de Lampedusa de 1958, y consiste en hacer unos cambios en la sociedad para que todo siga como está. El Gatopardo, la extraordinaria película de Visconti con Burt Lancaster, Alain Delon y Claudia Cardinale, popularizó para siempre el concepto.

            La tercera alternativa es proponer, instaurar, otro modelo civilizatorio, pasar a otras formas de gobierno, apoyar la democracia participativa, democratizar la democracia, volver a las barriadas, volver a los campesinos y los indígenas, promover los movimientos sociales y la soberanía popular, reformar las constituciones, deslegitimar el capitalismo financiero, etc.

            Lamentablemente el autor no nos dice cómo se logra la tercera alternativa, qué quiere decir cada una de esas consignas, o qué cosas salvaría del actual modelo neoliberal y qué cosas irían a la hoguera o al museo de antigüedades, tales como la propiedad privada, el mercado, las elecciones periódicas, el voto secreto, el parlamento, la separación de poderes, el derecho a votar y ser votado, los partidos políticos, el principio de las mayorías,  la libertad de prensa, etc.

            Estos autores como Boaventura viajan envidiablemente  dando charlas en las universidades progresistas de Occidente sobre cómo hay que cambiar el modelo civilizatorio, para deleite de jóvenes estudiantes radicales que con cierta justificación quieren desechar todo y barajar de nuevo.

            Yo en cambio leo estos conferencistas célebres con enorme avidez y expectativa, deseando llegar al capítulo de sus propuestas alternativas  que me saquen del escepticismo de la vejez y que me den un poco de esperanza,  pero siempre me desilusiono. Como socialdemócrata y admirador de los países nórdicos, de Borgen y de Angela Merkel, debo ser gatopardista y no me doy cuenta, quizás enamorado todavía de aquella inolvidable Claudia Cardinale.  


sábado, 16 de enero de 2021

SILVITA EN ESTADOS UNIDOS

 


    Juan Silva, alias Silvita, era rubio, bajito y de pelo crespo, algo más joven que yo. Medio inocente o idealista,  Silvita es aquél que cuando llegamos a La Habana en el 63 corrió hasta el Malecón, abrió los brazos al cielo y exclamó que en Cuba el mar “era más grande”. Hoy me llamó desde Detroit (qué andará haciendo en Detroit…) para decirme que estaba contento porque se había borrado de Facebook y Whatsapp y pasado a Telegram, una nueva red social, más pura o más correcta o más privada.   

    También está preocupado por la asunción de Biden en los  Estados Unidos. Dice que desde que perdió la elección, Trump empezó a decir que los demócratas se la robaron. Dio tanta manija que la mayoría de los 70 millones de americanos que lo votaron le creyeron. La casi totalidad de los legisladores del Partido Republicano hicieron como que le creían y apoyaron las acusaciones de fraude. 

    Una horda de ignorantes y de lo peor de la extrema derecha, azuzada por Trump desde su Twitter,  invadió la semana pasada el Capitolio ante una Polícïa sospechosamente  insuficiente. Trump pretendía, en su narcisismo patológico galopante, que los legisladores republicanos no reconocieran el triunfo de Biden y le dieran a él 4 años más de Presidente, en lo que hubiera sido un Golpe de Estado parlamentario, un mazazo a la democracia norteamericana y el inicio de una guerra civil, con pandemia y todo. 

    Dice Silvita  que Nancy Pelosi, la líder del Partido Demócrata en Diputados, se reunió con los generales de las Fuerzas Armadas y les dijo que por favor no le dieran mucha bola a Trump si se arrimaba al Botón Rojo. “Vaya tranquila señora” le dijeron, “somos obedientes pero no boludos”. Esta semana Twitter le cerró la cuenta al Presidente porque seguía azuzando a la fanaticada. El FBI y otras agencias de seguridad sospechan que muchos extremistas se están organizando en las redes para una nueva insurrección, Washington está cercado con vallas,  y protegido por veinte mil Guardias Nacionales y soldados de varias reparticiones. 

    Hoy interceptaron un hombre armado con una pistola de 9 milímetros,  muchas balas y una invitación falsificada para la ceremonia del miércoles.  Le dije a Silvita que acá en Uruguay estábamos en otra. “Mirá Silvita, estamos en verano, es recambio de quincena. Yo voy a mirar los canales uruguayos  que filman el Larrycóptero sobrevolando las playas del Este, y de a ratos hacer zapping con la CNN para ver la insurrección esa que decís. Qué casualidad, en este  momento estoy viendo a un tipo de la CNN que dice que los terroristas de Trump se pasaron todos a Telegram para poder planear la Revolución del martes con más tranquilidad. Igual que vos, viste?”No le gustó nada lo que le dije. “contigo no se puede hablar” dijo.  y me cortó la llamada. Pobre Silvita.

 

jueves, 7 de enero de 2021

ARTE CULTO Y ARTE COMERCIAL

 

  ARTE y DISEÑO,  2006  Mi idea actual es un poco distinta, enriquecida o complejizada por los textos de Bourdieu vistos en el 2015.

         El mundo de las artes visuales (dibujo, pintura, escultura, fotografía, y otros nuevos lenguajes) se divide en dos grandes submundos: el del arte comercial y el del arte culto.

El arte comercial es el que predomina en buena parte de las Galerías de Arte privadas, y está constituido por el conjunto de obras realistas o figurativas dedicadas a reproducir las apariencias más o menos miméticas de objetos agradables, bellos o sentimentales, tales como puestas de sol, flores, paisajes marinos, gauchos y escenas camperas, danzas de tango o abstracciones banales derivadas de la imaginería torresgarciana. En el arte comercial el objetivo de la obra es principalmente decorativo: complacer el gusto dominante y vender la obra como una mercancía de consumo adecuada al color de las paredes y los muebles.

En cambio, por definición, el arte culto, antes llamado de vanguardia, está hecho por intelectuales (gente que reflexiona sobre la condición humana),  es difícil de interpretar, hermético, muy especializado, e inextricable para quien no domina la historia del arte, ni domina los códigos, convenciones y sobreentendidos que manejan  los miembros de su reducido grupo de cultores, generalmente artistas jóvenes en el entorno de los treinta y cinco años, de izquierda y/o políticamente correctos.

En el sofisticado circuito del arte culto se considera que una obra debe poseer sin falta un fuerte componente crítico.  Toda obra culta supone una crítica hacia algo anterior contra lo cual el artista se rebela. La crítica puede estar dirigida hacia afuera del arte, al sistema social y político, o puede estar dirigida hacia adentro, hacia el propio lenguaje artístico, o hacia ambos. El arte culto alude a la condición humana: el dolor, el misterio de la vida y la muerte,  y los temas favoritos de la crítica ya no son tanto la pobreza, la lucha de clases o la guerra, sino los que se derivan de los movimentos sociales de la posmodernidad, como la ecología, el feminismo y los derechos humanos.

La crítica al lenguaje artístico se traduce en el ataque a la pintura de caballete y la escultura tradicional,  y propone  la expansión del campo del arte a través del uso de medios alternativos como el video, la fotografía, la informática, el cuerpo, el concepto, la instalación, la perfomance, el comic, el graffitti,  y otros lenguajes no convencionales.

 Así por ejemplo una típica muestra de arte culto de las últimas décadas puede estar protagonizada por:un montón de basura en el medio de la sala, un paño higiénico con sangre o vello púbico pegado en las paredes, y fotos carnet de uno o varios desaparecidos durante la dictadura militar. Las tres piezas dirigen su crítica al deterioro del medio ambiente, a la condición femenina, a la vulneración de los derechos humanos, y a su vez atacan al óleo sobre tela,  la escultura tradicional y la fotografía “artística”.

La mayoría de los artistas nos enfrentamos, al principio de nuestras carreras, o permanentemente, al dilema de a cual de los submundos del arte queremos pertenecer: el del prestigio, la posteridad, la gloria, y eventualmente a largo plazo el dinero que paga el arte culto,  o el éxito inmediato del mercado, las ventas masivas y el dinero fácil del arte comercial; y nuestros héroes son aquéllos que sólo hacen arte para sí mismos y no piensan en nada de esto.

 

lunes, 4 de enero de 2021

LA DEMOCRACIA NORTEAMERICANA A PRUEBA

 

Me sorprende la indiferencia de los uruguayos, su prensa y sus políticos, con respecto a lo que está pasando en los Estados Unidos. El miércoles seis de enero, pasado mañana,  el parlamento norteamericano tiene que refrendar formalmente la elección del demócrata Joe Biden, pero Donald Trump, que cada vez se parece más a Hitler,  tiene 140 legisladores republicanos dispuestos a dar vuelta el resultado de las elecciones en lo que sería un Golpe de Estado legislativo que echaría por tierra la longeva democracia norteamericana. Los gobiernos latinoamericanos a través de la OEA y su florido Secretario Almagro, siempre dispuesto a opinar de  todo,  podrían manifestar alguna preocupación por lo que pasa pero se hacen los distraídos. Anda circulando desde  ayer  una grabación de Trump presionando a un funcionario de la corte electoral de Georgia para que altere los resultados oficiales que pasaron por tres escrutinios, pero  tampoco sabemos o decimos nada, aterrorizados por el largo brazo vengativo del Imperio. 4 de enero del 2020.