El vertiginoso ascenso del outsider Milei a la presidencia de Argentina y sus primeras medidas de gobierno sirven para que aprendamos mucho de economía política, y de los seres humanos. La primera conferencia de prensa con la enumeración de una serie de 30 medidas, cada una de ellas verdaderas bombas, parecía un catálogo de buenos deseos, un índice de wishful thinking, una performance más del outsider destinada a provocar un debate veraniego y estrellarse enseguida contra los muros de un Parlamento peronista hostil. Pero hoy me entero que el temible decreto que emitió Milei está contemplado en la Constitución argentina. Se llama DNU, Decreto de Necesidad y Urgencia, que le permite en circunstancias excepcionales emitir ciertas normas sin pasar previamente por el Congreso. Basta con que esté firmado por todo el gabinete. Milei citó a ambas cámaras para sesiones extraordinarias, ahora en pleno verano en lugar de esperar al primero de marzo. Si en diez o veinte días las dos cámaras no lo rechazan, pasa a ser ley vigente. Por eso es mucho más violento y peligroso para la izquierda que la super LUC uruguaya que tanto irritó a la oposición cuando se votó en el 2020. Todos los presidentes desde Menem en adelante han usado los DNU profusamente, solo que éste de Milei es un ómnibus (una granada de fragmentación) que contiene decenas de artículos (como nuestra LUC) y que Milei utiliza para tratar de imponer un régimen ultraliberal absolutamente opuesto al socialismo populista de los Kirshner. La propiedad privada, la empresa, el mercado, la competencia, la libertad y el individuo, contra la propiedad colectiva, el Estado planificador, la igualdad, la solidaridad, el subsidio.
Izquierda y peronismo
van a poner toda la carne en el asador para derrotar o derrocar al audaz Milei y su
equipo. Los orientales miraremos la singular pulseada desde Playa Ramírez, y
después vemos cómo nos pega el desenlace, tranquilos.