martes, 24 de junio de 2025

ESTADIO

 

EL ESTADIO Y LAS CLASES SOCIALES

Cuando era niño iba con mi padre a ver a Nacional a la tribuna América, bastante exclusiva y burguesa. En los años de liceo iba con compañeros de clase a la Olímpica, más clasemediera. Como estudiante universitario iba con otros camaradas a la Amsterdam, popular y proletaria, y coincidiendo con la caída definitiva de la Suiza de América, terminé en 1970 yendo a la Talud para ver al Nando Morena, que jugaba tan bien. A la tribuna Colombes nunca fui porque era una tribuna medio lumpen, término en desuso que en clave marxista aludía a chorros y desclasados. Pero las cuatro tribunas respiraban cierta homogeneidad republicana, todo el mundo se mezclaba un poco, y uno podía ir a cualquiera de las cuatro, con más o menos dinero. Lo cierto es que el Estadio Centenario de 1930 representaba, como arquitectura, el proyecto de una sociedad bastante igualitaria, la democracia del Uruguay socialdemócrata. Pero nadie protestó cuando Peñarol construyó su estadio en el 2006 vendiendo 120 palcos VIP para que sus socios más chetos vieran los partidos desde sus cómodos cubículos vidriados. La arquitectura reflejó esta vez el fin del viejo sueño batllista. Compleja tarea tendrán los organizadores del mundial del 2030 para financiar las reformas del Estadio Centenario, patrimonio histórico, y mantener sus valores arquitectónicos y sociales.

LA MODERNIDAD ATACADA

Este texto lo escribi hace años, cuando los terroristas islámicos mataron mucha gente inocente en Paris, Madrid y otras ciudades de Europa. Sentí que la civilización occidental moderna, liberal, judeo-cristiana, y democrática, estaba siendo atacada por dos entidades opuestas: los terroristas islámicos y por la propia juventud eurupea de la izquierda radical, hasta hacernos perder confianza y sentirnos culpables de todos los males de la modernidad. Este texto forma parte de una escultura "moderna" invadida además por unas figuras negras, medio siniestras, que serían nuestras "culpas espantosas". 


LA MODERNIDAD ATACADA POR CULPAS ESPANTOSAS

Soy hombre blanco, anglosajón y protestante. pirata, esclavista,

.colonizador, explotador, saqueador, racista, xenófobo y heteropatriarcal, 

misógino, violador, soy la modernidad.


Invento leyes para oprimir.

parlamentos para hablar.

prensa  para mentir, jueces para sobornar.


Invento países. dibujo fronteras,

invado regiones. pongo dictadores

cuido mi capital, soy la modernidad.


Construyo museos, protejo artistas, 

entretengo al público en general.


Pero no me quieren. Solo espero que la dulce cimitarra me libere de estas culpas

espantosas.


sábado, 17 de mayo de 2025

Mujica

 Fui uno de los primeros opinadores de barrio que comentó la honestidad intelectual del Pepe cuando confesó en el libro "Coloquios" el fracaso total de la revolución guerrillera y la necesidad de aceptar a la socialdemocracia por los próximos doscientos años. Él tuvo el mérito de llevar al Frente hacia la socialdemocracia y abandonar sin pena la teoría del foco guevarista. También advirtió la dificultad de juntar verdad y justicia por el mismo rabo, y predicó el mutuo perdón. Admirable fue su prédica sobre la austeridad anticonsumista y lo mostró en su vida (aunque despilfarró alguna plata del Estado en aventuras colectivistas fracasadas). Lo único que me impide ver a Mujica como un referente o un modelo es su falta de honestidad intelectual cuando dice hasta sus últimos días que se levantó en armas para atajar un golpe de Estado o derrotar una dictadura. Eso no es cierto, porque yo lo viví: con su accionar provocó, aceleró, alentó el Golpe, y los jóvenes de hoy que lo adoran no lo saben (o no les importa). A mí sí. 

martes, 6 de mayo de 2025

SILVITA Y MARIA



 Me llamó mi amigo Silvita para contarme que le pidió a María que con sus poderes divinos intercediera para que las nubes radioactivas de la guerra entre Pakistán y la India no lleguen a Occidente hasta después del final de la Copa UEFA, para poder ver a Levine Yamal jugar en el Barcelona y consagrarse como el heredero de Messi, pero a último minuto el Inter le ganó por un gol y quedó afuera, así que le habló de nuevo a María y le pidió que suspendiera su intervención y usara su infinita misericordia para causas más importantes, y que muchas gracias. 

Estuviste muy bien Silvita, le dije. Te llevas a la cabaña de Villa Serrana arroz, papel higiénico y pasta de dientes para tres días y no te preocupes: acà en Uruguay las cosas llegan como veinte años más tarde y no pasa nada. Quedó contento, pobre Silvita.

domingo, 27 de abril de 2025

LOS DOS QUINTILES Y ANDRADE

          El otro día en un programa televisivo el senador Oscar Andrade demostró que conoce exactamente las causas de por qué dos quintos de los uruguayos no pueden alquilar o comprar una vivienda, y terminan en los asentamientos irregulares, en el fondo de la casa de los padres o en pensiones de mal vivir o en la calle.  Siendo Oscar Andrade un tipo inteligentísimo, memorioso, gran polemista, con un verbo atropellado pero elocuente, me pregunto por qué hoy sigue siendo comunista. Me pregunto si cuando participa en una asamblea del Partido Comunista para votar su plataforma actual, 2025, y ésta habla de orientarse por la ideología científica del marxismo leninismo para conducir al pueblo al socialismo y a la posterior edificación del comunismo, cómo es posible que él, y Castillo, y Andrade  y otros dirigentes igualmente avispados levanten la mano y aprueben sin pestañear semejantes supercherías pergeñadas en 1848 y fracasadas una y otra vez en la Historia. Por lo menos los chinos de Deng Xiao Ping en 1980 desmantelaron los dislates del maoísmo, y aunque se siguieron llamando comunistas,  impulsaron  la propiedad  privada y la economía del mercado y China empezó a crecer al 9 por ciento anual durante 40 años y se transformó en la segunda o ya primera nación más potente del mundo. No con tanto éxito, los rusos de Gorbachov hicieron lo mismo en el 89 cuando cayó el muro de Berlín, y creo que los Partidos Comunistas de Cuba y Uruguay son los únicos en el mundo que siguen siendo comunistas y además lo dicen. En Uruguay la llamada clase trabajadora casi ni vota al Partido Comunista en las Elecciones Nacionales, pero en cambio admite que ese partido dirija al PIT CNT, porque es el que en los Consejos de Salarios supuestamente más se ocupa de que los sueldos no se achiquen con la inflación, y también se opone ardientemente a la desindexación de salarios u otras picardías que se le pudieran ocurrir a los economistas. Por supuesto que un país que tiene una poderosa Central Sindical dirigida por comunistas, cuyo principal objetivo es orientarse por la ideología científica del marxismo leninismo para conducir al pueblo al socialismo y a la posterior edificación del comunismo, nunca va a recibir muchas inversiones, y el país no va crecer, y esos salarios presuntamente ganados o defendidos por el PIT CNT tampoco van a crecer. Mientras la cultura popular hegemónica en los sindicatos, los liceos, las universidades y el carnaval sea la del odio al empresario y al mercado capitalista, el país va a seguir estancado y los salarios también, creciendo con suerte a un mediocre 2 por ciento anual ni habrá plata para acceder a la vivienda o para la educación, la salud, la seguridad o la recolección de basura. Por supuesto que la hegemonía cultural de la izquierda no se debe a la eficiencia del relato del PIT CNT o del Frente ni a Gramsci ni a la torpeza del relato de la Coalición, como dicen Ignacio Posadas y Javier García, sino que los partidos Blanco y Colorado representan más bien los intereses y valores de las clases medias y altas porque han perdido en las últimas décadas la sensibilidad popular, el contacto, la participación y el afecto de los famosos “dos quintiles” que mencionaba Andrade.

 

 

domingo, 20 de abril de 2025

Benedetti y Vargas Llosa por Eduardo Irigoyen Garcia

 Eduardo Irigoyen Garcia:

Benedetti y Vargas Llosa (1)


El artículo de Mario Benedetti “Vargas Llosa... una actitud insoportablemente frívola”, publicado en 1984, que ha sido reflotado y reproducido en estos días tras la muerte del peruano, es una pieza literaria hábil, revestida de indignación moral, pero intelectualmente deshonesta en más de un nivel.


Es un texto que revela mucho más sobre el autor que sobre el blanco a quien apunta.


Con el estilo llano y eficaz que caracterizaba a Benedetti, embiste contra Mario Vargas Llosa con una batería de acusaciones que oscilan entre la hipérbole y la falacia (podría agregar la mala leche, si me permiten), en lo que termina siendo una defensa encubierta —y bastante torpe— de regímenes autoritarios que dejaron una estela de censura, represión y muerte en América Latina.


Benedetti escribía bien, pero razonaba mal.


Su talento literario era innegable, pero cuando salía del verso y entraba en el terreno de las ideas, la brújula moral se le descomponía peligrosamente.


Mientras Vargas Llosa, con los años, fue ganando en profundidad intelectual y autonomía crítica —desprendiéndose del dogmatismo de su juventud— Benedetti persistió en una lealtad casi religiosa a causas que la historia y la ética se han encargado de desenmascarar.


Benedetti defendió, sin matices, la dictadura cubana, la misma que persiguió homosexuales, encarceló disidentes, prohibió libros, acalló músicos y convirtió la crítica en delito; y lo hizo sin vergüenza y con entusiasmo.


Fue también, durante décadas, indiferente al horror soviético: al Gulag, a la invasión de Hungría, a la Primavera de Praga, al fusilamiento de intelectuales y de eso, nunca dijo mucho, porque el silencio selectivo fue su coartada.


Se comprometió sin fisuras con los movimientos guerrilleros latinoamericanos —algunos nacidos de una legítima indignación social, es cierto— pero que muchas veces desembocaron en violencia indiscriminada, autoritarismo armado y sufrimiento para los mismos pueblos que decían querer liberar.


Benedetti justificaba lo injustificable siempre y cuando fueran compañeros y lucharan por la liberación nacional y el socialismo.


Y mientras él ponía la pluma al servicio de la causa, Vargas Llosa elegía un camino más difícil: el de pensar en libertad, aunque eso implicara incomodar a antiguos camaradas.


Su viraje político —tan criticado por Benedetti— no fue, como pretende nuestro escritor de frases para posters, una traición, sino una maduración.


Fue el resultado de un proceso intelectual honesto, provocado por episodios concretos como el caso Padilla en Cuba: la confesión pública forzada del poeta Heberto Padilla tras su encarcelamiento, que evidenció de manera brutal el rostro autoritario del Fidelismo.


Vargas Llosa rompió con ese mundo cuando muchos todavía miraban para otro lado, se hacían los giles o aplaudían con sordera moral.


Benedetti acusa al peruano de ser “frívolo” por denunciar la corrupción intelectual de la izquierda dogmática latinoamericana, como si no fuera cierto que durante décadas, muchos escritores e intelectuales justificaron crímenes, encubrieron dictadores y prestaron su firma a manifiestos vergonzosos, sólo por lealtad ideológica.


¿No hubo acaso escritores que justificaron (y justifican) la represión cubana como lo hacen hoy, con Venezuela y Nicaragua?


¿No hubo quienes guardaron silencio ante los crímenes de Sendero Luminoso, del ERP, de los Montoneros, de las FARC, por miedo o por conveniencia?


Vargas Llosa, en cambio, los denunció con nombre y apellido.


Lo hizo con dureza pero también con una coherencia que escaseaba entre sus críticos.


Porque el autor de La ciudad y los perros apoyó posiciones liberales y hasta conservadoras en lo económico, abrazándose y dando su apoyo a reaccionarios de derecha de diverso color y pelaje, algo que –lo confieso- me chocó bastante.


Pero él no fue un reaccionario y ni siquiera un conservador.


Apoyó el aborto, la eutanasia, los derechos de la mujer y muchos postulados del feminismo, el matrimonio igualitario, la legalización de las drogas. Se declaró agnóstico y defendió con fuerza la laicidad frente a la intromisión de la Iglesia en asuntos públicos.


Su liberalismo era integral: no era sólo el de los mercados, sino el de las libertades civiles.


Era el de Stuart Mill, no el de Pinochet.


Y esa distinción, que Benedetti nunca entendió (o no quiso entender), marca la diferencia entre un pensador libre y un militante que repite dogmas.


En su artículo, Benedetti se esfuerza por pintar a Vargas Llosa como un escritor “de derecha” al que las élites premian por atacar a la izquierda.


Pero la verdad es que su obra ha sido leída, celebrada y traducida en todos los rincones del mundo porque tiene una calidad literaria que está por encima de la coyuntura y de las banderas.


Su prosa es tan sólida como su pensamiento; su imaginación, tan potente como su valentía, tal como se ve en “Conversación en La Catedral”, “La guerra del fin del mundo” o “La fiesta del chivo”, todos ellos en mi biblioteca y que da gusto leer, no necesitan de ningún aparato de propaganda para demostrar su grandeza. Son novelas complejas, incómodas, brillantes.


Y es en su obra donde Vargas Llosa deja claro que la literatura no es un púlpito, ni una trinchera, ni un panfleto: es un espacio para la libertad.


Por eso resulta irónico que Benedetti, que se dice escandalizado por el uso de términos como “robots” o “perros de Pavlov”, termine su artículo con la misma descalificación simplista que dice repudiar.


Se indigna por los adjetivos, pero practica el mismo reduccionismo.


Cierra con sarcasmo, pero sin argumentos.


En el fondo, lo que molesta a Benedetti no es la “frivolidad” de Vargas Llosa, sino su herejía. Le duele que alguien que fue admirado por la izquierda se haya atrevido a pensar por sí mismo. Le molesta que el talento literario y la lucidez intelectual puedan ir de la mano sin someterse a la ortodoxia.


Hoy, leída con perspectiva, aquella diatriba de Benedetti suena amarga, envejecida, y poco generosa.


La historia ha puesto a cada uno en su lugar: Benedetti sigue siendo leído por sus poemas sencillos (ideales para la seducción adolescente), por su ternura nostálgica, por su voz de barrio montevideano de clase media y no por sus infames elogios al lenguaje de las armas, la pólvora y la sangre.


Vargas Llosa, en cambio, sigue publicando, sigue incomodando (aún hoy me siguen molestando sus expresiones de apoyo a unos cuantos reaccionarios), sigue pensando.


Y, sobre todo, sigue escribiendo mejor que todos sus críticos juntos.

miércoles, 9 de abril de 2025

ARQUITECTURA ADMIRABLE

 



Cuando tenía 16 años trabajé como guía de turistas en una agencia de viajes. Mi tarea era mostrar la ciudad a pequeños grupos de turistas de habla inglesa. La frutilla de la torta era mostrarles el Palacio Legislativo.  Un matrimonio norteamericano muy agradecido, sabiendo que yo pensaba estudiar arquitectura, me mandó luego desde Estados Unidos un libro extraordinario de regalo, con las mejores "casas de la pradera" de Frank Lloyd Wright: maravillosas, enormes, con sus famosos techos volados.  Al entrar a Facultad empecé a dibujar así pero rápidamente los profesores me convencieron de que Wright era un arquitecto burgués, individualista y dedicado a clientes ricachones, y que mientras hubiera en nuestro país rancheríos y cantegriles no debíamos dejarnos seducir por aquellas formas encantadoras. Diez años después, más o menos cuando me recibí, y ya no creía en las utopías marxistas, me afilié a las ideas de la democracia liberal, pero algo de todo aquel igualitarismo obsesivo me debe haber quedado en el ADN, porque hasta hoy me siento incómodo ante las grandes obras de arquitectura que ostentan demasiados lujos formales, bellos pero carísimos, que se podrían haber evitado en beneficio de más viviendas, escuelas, hospitales o merenderos.  Y eso que estoy de acuerdo con el Keynes que inspiró a Roosvelt en los años 30 cuando dijo: "es mejor hacer pozos y volver a taparlos que no hacer nada". Así que cuando veo las Pirámides de Egipto, el Palacio de Versalles, la Catedral de Notre Dame, el Taj Mahal de la India, el Museo Gugenheim de Bilbao, nuestro Palacio Legislativo, o nuestra torre de Antel, no puedo dejar de admirarme por el ingenio y el arte de los grandes arquitectos que tuvo la humanidad, y el orgullo que ese patrimonio representa para sus pueblos, y porque pasados ciertos años nadie se acuerda ni se queja de lo que costaron y qué se podía haber hecho en su lugar. 

domingo, 6 de abril de 2025

ORSI 25

 Tengo la impresión, todavía no muy bien fundamentada, de que  Orsi con su modito suave y minimalista, va a lograr imponer su liderazgo de contenido socialdemócrata por sobre los relictos del marxismo leninismo que todavía quedan en el Frente. Los sectores del Frente que todavía tienen una estrategia revolucionaria para el largo plazo,  siempre buscaron un candidato a Presidente que fuera popular y moderado pero que pudieran manejar. Les fracasó con Seregni y les fracasó con Vázquez porque tenían su fuerte personalidad propia, y les fracasó con Mujica porque era de origen blanco liberal y en la cárcel dejó de ser revolucionario. Ahora creo que con Orsi les va a fracasar también: varios de los nuevos ministros, por ejemplo Caggiani, hablan seriamente del desarrollo económico, de que si no crece la torta nada se puede repartir. 

Si el PBI no crece varios años seguidos al 4 o 5 por ciento esto no tiene arreglo,  y que para ello se necesitan varios miles de millones de dólares en inversiones: nacionales, extranjeras, del Estado y privadas. Esto significa cuidar a los malla oro, cuidar a las empresas para que ganen mucha plata, y después darle una parte a los comedidos burócratas para que la repartan un poco.  Tengo esperanzas que eso ocurra. Claro que si se dedican a rever la LUC, a rever las jubilaciones del BPS, a rever las ocupaciones y a hacer monumentos a la memoria..... estaremos perdidos otros cinco años. 

domingo, 23 de febrero de 2025

LOS EXTREMOS SE TOCAN

 


23 de febrero de 2025

Me encanta la política: para saber lo que pasa en USA miro CNN que es de izquierda (del Partido Demócrata, muy parecido al Frente Amplio), pero no tengo FOX, que es el canal de Trump, de la derecha. Cada vez que según la CNN Trump hace o dice un aparente disparate, tengo que checar otras fuentes tipo Google y Wikipedia en la computadora para acercarme a “la verdad”, últimamente tan esquiva.

Ayer por ejemplo Trump arremetió y ordenó cerrar, desfinanciar, perseguir, cancelar todos los programas DEI que pululan por todos los Estados, ciudades e instituciones del país. Entré a Wikipedia y leí un largo artículo, bastante completo, sobre la misteriosa sigla DEI, que quiere decir Diversidad, Equidad, Inclusión, los tres caminos necesarios para proteger los grupos que históricamente han sido discriminados por razones de género, etnia, orientación sexual, edad, cultura, clase social, religión, discapacidad. Equidad viene a ser parecido a la vieja acción afirmativa de décadas pasadas: cuotas, igualdad de oportunidades o tratamientos acordes a las circunstancias por las que han pasado los grupos o individuos, para que el resultado sea más igualitario. Inclusión se refiere a que todos los actores de una institución sientan que participan y sus voces sean escuchadas.

Los programas DEI se vienen aplicando en Estados Unidos por lo menos desde la época de Kennedy y se han generalizado y vuelto obligatorios a partir de los poderosos movimientos feministas,  LGBTI, Black Lives Matter y otros.

            En mi opinión el concepto DEI, pergeñado en las grandes universidades de Estados Unidos fue incorporado en la legislación de muchos países del mundo y acá en Uruguay la inclusión de la “perspectiva de género” (femicidio, ley de violencia de género), es un ejemplo de la influencia del progresismo norteamericano.

            Todo anduvo muy bien y tuvo efectos muy positivos para las minorías del mundo hasta que la izquierda radical en su versión “woke” se apoderó de las herramientas DEI y las hizo obligatorias y empezó a castigar, desfinanciar, boycotear, piquetear a universidades, hospitales, fábricas, tiendas, empresas y personas en general que no cumplieran con ellas. Así por ejemplo los aspirantes a ocupar cargos docentes en ciertas universidades fueron obligados a firmar cartas de fidelidad a los principios DEI, algo muy parecido a la “carta de fe democrática” que impuso nuestra dictadura en los setenta. Docentes que no se afiliaron a los principios DEI fueron escrachados, cancelados, echados o tuvieron que renunciar.

El ejemplo más delirante de “fascismo de izquierda” es el de Hollywood. Según un link que menciona el artículo de Wikipedia, al darse cuenta que todos los años el Oscar al mejor actor era siempre varón y blanco, el movimiento Woke impuso una profusa reglamentación que deben cumplir las películas, como poner ciertos porcentajes de protagonistas y elencos no blancos, mujeres, gays o discapacitados, y esta obligación se extiende a producción, escenografía, vestuario, fotografía y todos los rubros hay en una película. Curiosamente la reglamentación DEI no abarca a los judíos, que son una minoría étnica y religiosa perseguida en Medio Oriente e históricamente discriminada (Holocausto). En general, buena parte de la clase trabajadora, que desde la caída del Muro de Berlín ya no califica como minoría discriminada, se sintió abandonada por las élites liberal y socialista y se hartó de los excesos woke de la izquierda radical en tiempos del buenismo presidente Biden. Esto fue aprovechado por Trump y su dream team de asesores billonarios para ganar las elecciones y enseguida imponer su agenda. Los políticos, intelectuales y académicos progresistas siguen cavilando sobre la misteriosa causa del ascenso de la “derecha fascista”.    

 

 

 

 

jueves, 6 de febrero de 2025

Musk y Silvita


En octubre de 2017 mi amigo Juan Silva, alias Silvita creó un nuevo partido político que se llamaba PIPI, Partido de Izquierda Popular Independiente. 

        Para ser candidato a diputado o senador había que tener algunas condiciones o identidades: había que ser mujer, asalariado o fumeta; indígena, queer o discapacitado; sindicalista, trans o palestino; comunista, afrodescendiente, inmigrante u obeso; descendiente de pueblos originarios,  marròn, no universitario, o que viva al norte de Avenida Italia. 

      Los candidatos serían elegidos por las empresas Facebook, Google y Twitter porque ya tienen toda la información y conocen perfectamente todas nuestras vidas, creencias y facultades.

      Cierto que en el 2017 Silvita no pudo conseguir los 500 militantes que promovieran su nuevo partido, pero en estos días  está muy orgulloso, vino a mi casa para decirme que Trump le robó su idea:  va a gobernar el mundo con Elon Musk, el dueño de Twitter y Tesla, y con el auxilio de Deepseek, la Inteligencia Artificial china, va a determinar con precisión absoluta las identidades y  condiciones de cada uno de nosotros, los ciudadanos del mundo. 

      Según Silvita se cumpliría por fin el sueño de Marx; "de cada uno según sus capacidades y a cada uno según sus necesidades" todos estaríamos satisfechos, no habría huelgas ni delitos ni rebeliones, cada cual podrá pedir a los almacenes de Amazon y Mercado Libre todo lo que necesite: "trufas, automóviles o pianos", como soñaba Marx en el siglo XIX. 

    Pero Silvita! -le dije- para que se cumpla ese ideal de Carlitos y no haya más conflictos ni guerras, Marx determinó que todo el mundo debía ganar lo mismo, o sea el equivalente al salario de un obrero calificado, unos 25 dólares por hora....pero tu amigo Musk, el encargado de achicar el Estado, con sus autitos eléctricos gana unos 400 mil dólares por hora. Cómo arreglás eso Silvita?

  "Contigo no se puede hablar" me dijo, y se fue dando un portazo,  pobre Silvita.