domingo, 30 de agosto de 2020

CURRICULUM English


                                      september 2020

            Daniel Heide was born in Montevideo, son of Lola Lecour, well known artist of the Twenties and Thirties.
            Heide  studied drawing and painting at the National School of Fine Arts with Vicente Martín in the late Fifties.
            He received several prizes, such as: Acquisition Prize, Municipal Exhibition 1963; First Prize Ford, Museum of American Arts, 1975. Scholarship for Young Artists, National Committee of Fine Arts (selected finalist), 1973. Second Prize, Mural Contest Tres Cruces Bus Station, 2009.
            He performed his first one man show at Karlen Gugelmeier Gallery and Aramayo Gallery in the years 1974 and 1975.
            In 1976 he moved to México where he carried out most of his artistic career. In the eighties he moved to San Francisco, to paint  under exclusive contract for San Francisco Art Exchange.1965-1989.
            He returned in the nineties to Uruguay, where he made mural paintings and large canvases for several  private and public institutions (banks,  hospitals, railway station, bus station).
            He is a graduate architect from the School of Architecture at the Republic University of Uruguay. As an architect he worked in town planning, public housing, , coastal environment.
            He exercised art criticism and published many articles about art, architecture and social customs.
            Currently he lives and works in his 19th century atelier in Ciudad Vieja, (old town) Montevideo-
           


viernes, 28 de agosto de 2020

APUNTES SOBRE FEMINISMO Nº 8


Temas pendientes.
Uno de los temas que el feminismo tendrá que volver a discutir en esta década es el del dimorfismo sexual. Los textos más populares que divulga el feminismo casi nunca mencionan que el hombre es más alto y más fuerte que las mujeres. Casi todos los hombres somos naturalmente cobardes: podemos pegarle a una mujer o un adolescente sin mayores riesgos,  pero tenemos miedo de pelear en la calle con un hombre más grande o más fuerte. Si no nos queda más remedio y tenemos que defender realmente a la pareja o los hijos, encontraremos el valor para hacerlo, pero solo como último recurso.
                                    

En virtud de su superioridad física, el varón no podrá renunciar a su rol asignado de protector de la manada, tal como es el león o cualquier otro mamífero en la selva real. El feminismo de esta tercera ola no aborda francamente el problema  de la superioridad física del hombre, pero la mujer, hembra de la especie y madre de los cachorros, considera que el hombre que no la defiende en un caso de violencia callejera es un miedoso. El hombre se sentirá horrible por ese acto de cobardía física. Así como los hombres no tenemos conciencia del miedo que sienten las mujeres al caminar por las calles, las mujeres no tienen la más mínima ídea del temor que sentimos los hombres ante una patota, un rapiñero, un borracho agresivo.
Las mujeres, hembras de la especie, cuando están en edad de aparearse, al igual que todos los mamíferos, buscarán que el padre de sus cachorros sea fuerte, poderoso y confiable. En términos actuales, en un mundo a medias aguas entre civilización y barbarie, las mujeres, apenas protegidas por un débil Estado de Derecho, buscarán aparearse con un hombre fuerte y poderoso, pero ese poder no será solo el de los músculos sino también el que dan la riqueza, el conocimiento, el carácter, la inteligencia, las relaciones públicas, el liderazgo, las relaciones sociales y ese tipo de condiciones que suele tener un macho alfa, jefe, protector y guía de la manada o del clan familiar.
                               
Los roles de género asignados a ambos sexos en la etapa de reproducción de la especie no son fácilmente renunciables o intercambiables. El hombre pone su semilla en el útero de la mujer, la mujer se embaraza y lleva en su vientre al nuevo ser durante nueve meses, lo amamanta durante uno o dos años y lo cuida unos años más,  con lazos de afecto imposibles de encontrar en el hombre. Durante esos meses o años, la mujer necesita un compañero protector y proveedor, y es muy difícil modificar esos roles, muy condicionados por la biología.


Ese varón macho alfa, notoriamente atractivo para los instintos sexuales y de supervivencia de las mujeres, suele venir adornado con una personalidad de mando, autoridad y jerarquía, y difícilmente esté dispuesto a transformarse en un ser sensible, delicado y dispuesto a compartir con una mujer,  por ejemplo,  las decisiones cotidianas de una casa, la famosa jefatura del hogar.
En el relato feminista no se mencionan más los instintos sexuales y de supervivencia, ni la naturaleza animal del ser humano. La vulgata del relato feminista  dice que toda definición de roles es de origen social y cultural y puede ser modificado con educación, leyes, y jueces capacitados en perspectiva de género, pero no se sincera en preguntarse por qué una gran parte de las mujeres buscan casarse con jóvenes de brillante porvenir, o ricos empresarios, banqueros, militares, celebridades, profesionales, deportistas, gobernantes, productores y demás miembros de la élite, sin fijarse demasiado en sus atributos de tolerancia, solidaridad y empatía con la mujer elegida.
Cuando la teoría del género se lleva hasta las últimas consecuencias y se sostiene que todos los roles asignados a ambos sexos son de origen social y cultural y por lo tanto modificables, se cae fácilmente en paradojas insolubles, se cae en la llamada ideología de género, sello que usa el patriarcado para denostar a todos los movimientos feministas.

miércoles, 19 de agosto de 2020

LA LETRA CHICA



Comparados con los canales norteamericanos, los nuestros son un dechado de objetividad. El canal de la Fox norteamericano está descaradamente a favor de Trump, y casi todos los demás descaradamente a favor de Biden. Problema de ellos. Acá en Uruguay, da la impresión que el 4 es el más afín al Gobierno, y el 10 el más alejado. Inolvidable la cara de disgusto de Blanca Rodríguez cuando terminó aquella  primera e histórica conferencia de prensa de Lacalle Pou cuando inauguramos la pandemia. El canal TV Ciudad, de la Intendencia, siempre fue malísimo,  pero ahora está mucho mejor, aunque a veces  sigue pareciendo un Comité de Base del Frente Amplio. Pero el programa La Letra Chica que conduce Ricardo Piñeyrúa con Diego González y Analía Matyszyk, está muy bien hecho, aunque casi siempre flechado a la izquierda. Hoy de mañana estuvo dedicado a la meritocracia, un vocablo que está de moda porque la izquierda combate como enemigas a las feministas liberales que sostienen que las mujeres pueden romper el techo de cristal y llegar a ocupar puestos gerenciales y de gobierno por sus propios méritos sin necesidad de mayores cambios en “el sistema” (todo esto, claro,  es un tiro por elevación para pegarle a Raffo, Argimón, etc). La izquierda sostiene, como presunta vocera del feminismo radical, que todas las mujeres por haber sido oprimidas, tienen derecho a ocupar puestos de dirección. En el programa de hoy, que agarré tarde, había un filósofo invitado muy inteligente que  explicó mediante un ejemplo los límites de la meritocracia. Para seleccionar a los cirujanos de una nueva institución se necesita contratar a los mejores (gracias a Dios) mediante un severo e imprescindible concurso de méritos, (grados académicos, prácticas anteriores, pruebas, etc). Por otra parte la gente requiere servicios de salud.  Si se hiciera un concurso de méritos y pruebas entre los necesitados,  accederían a esos servicios de salud solamente los que hablan y escriben bien, se criaron en una familia culta de buenos ingresos, en una buena escuela de un barrio organizado, de una ciudad progresista, de una región dinámica, etc. El filósofo y sus anfitriones admitieron que esos médicos, por sus méritos, podían o debían ganar bastante más que un salario mínimo. El programa de hoy  terminó cuando estaban hablando de los méritos del famoso  uno por ciento. Se referían  al segmento de población integrado por empresarios, sus gerentes ejecutivos, y estrellas del espectáculo, etc que ganan  veinte o treinta veces más que los simples mortales. Ese inmenso ingreso mensual no sería del todo atribuible a los méritos del individuo sino a haber nacido con algo de suerte,  pero este es un tema que ya comenté en el blog hace dos años.
La Letra Chica. TV Ciudad. Pasa de noche y se repite en la mañana.


lunes, 10 de agosto de 2020

WSCHEBOR Y LA DIALECTICA


Mario Wschebor era tan inteligente que un día lo vi en un salón a los 25 años dándole clases de matemáticas a Enrique Iglesias, que tendría 35. Lo conocí en la FEUU en una de esas huelgas quinquenales que siempre se hacen por el presupuesto para la Universidad. Al terminarse la clásica manifestación por 18 fuimos al Sorocabana a tomar un café. Yo estaba entusiasmado con la dialéctica marxista, según la cual las fuerzas productivas (sic) van creciendo hasta que las relaciones de producción (sic) quedan chicas y entonces se produce una revolución y una nueva organización social: de la sociedad primitiva a la esclavista, de la esclavista a la medieval, de la medieval a la burguesa y finalmente la sociedad comunista. Entonces Mario me miró con aquellos implacables ojos celestes y me dijo: “Si en toda la historia de la humanidad la sociedad se transforma con esas leyes, ¿por qué se corta la dialéctica con la sociedad proletaria?” Al día siguiente en Facultad le comenté la charla a Juan Silva, bajito de pelo crespo, muy amigo mío y un poco menor que yo, y entonces me hizo un dibujo que todavía conservo como un recuerdo de aquéllos años delirantes.