sábado, 18 de julio de 2020

SILVITA Y LAS FEMINISTAS (primera parte)

Mi amigo Juan Silva, rubio, bajito, de pelo crespo, alias “Silvita”, unos años  menor que yo porque entró a Facultad junto con Lucía Topolansky, Rosario Castellanos, Líber “Nikita” Arce, Elena Caja, Mario Sagradini y otros, me llamó por el fijo para decirme que estaba pasando por una crisis de identidad. Parece que fue a un grupo de terapia de ésos que se sientan en círculo y hablan de lo que les pasa, pero se equivocó de salón y se metió en un grupo feminista. Era el único varón, pero se sentó y dijo: “Hola todes,  soy Juan”. “Hola Juan” respondieron al unísono las mujeres, contentas de que se uniera al grupo un potencial aliado.

Estaban repasando los impresionantes progresos que había experimentado el feminismo en estos años, sobre todo a nivel teórico, legislativo y de conciencia. Celebraban la diversidad de géneros e identidades presentes en la reunión, pero todas eran del Frente Amplio y a ninguna se le ocurrió preguntarle a Juan de qué palo era.  Silvita prudentemente decidió no hablar, solo escuchar, y se pudo actualizar en el nuevo lenguaje de la tercera ola: patriarcado, género, sexo, identidad, cuerpo, orientación, heteronormatividad, transexual, transgénero, binarias, no binarias, queer, deconstrucción, desnaturalizar, sororidad, empoderamiento, horizontalidad, inclusión y otras expresiones que conforman un idioma aparentemente inextricable para nosotros los varones no muy comprometidos con la causa, pero que Silvita encontró razonable, porque es propenso a dejarse seducir por el “sexo opuesto” si me perdonan el arcaísmo, jaja.


En el primer punto del orden del día se mencionó  una reciente Reunión  de Mujeres a la cual las organizadoras le cambiaron el nombre por el de Reunión de Personas que Menstrúan, para no dejar afuera  a  transgéneros. Ese caso se viralizó porque la famosa escritora J. K. Rowling, autora de la saga de Harry Potter  se burló por tweet del asunto, y se le borraron miles de fans de su club de lectores y compradores de parafernalia, lo cual fue celebrado con aplausos por Silvita y sus  nuevas amigas.


Lo que más le llamó la atención en esta primera parte de la discusión, es que la categoría Mujeres iba quedando cada más chica. En efecto, algunas no-binarias,  lesbianas, marxistas, trans, travestis y otras categorías de sexo, género e identidad fluidas o indeterminadas, por distintas razones dijeron que no se sentían mujeres, porque “si  mujer significa ser toda la vida ama de casa y estar sometida a un imbécil golpeador, preferían no serlo”. Silvita aplaudió eso también.



El grupo estaba compuesto por gente de todo tipo, pero las que más intervenían tenían pinta de estudiantes de Humanidades o Sociología. La moderadora,  inteligente y asertiva como  Fabiana Goyeneche, pidió disculpas por ser privilegiada, universitaria y de clase media, y dijo que el neoliberalismo y la heteronormatividad  no le hacían bien al feminismo porque rebajaban su filo radical y emancipatorio. Fundamentó la necesidad de fortalecer la horizontalidad del movimiento Intersocial de resistencia, incorporando a mujeres obreras, campesinas, domésticas, LGBTI, afroamericanas, mestizas, jefas de hogar, desalojadas, inmigradas, indígenas,  palestinas y otras  minorías explotadas por el patriarcado y el capitalismo.


“¡Silvita, es fantástico todo lo que aprendiste en un solo día -le dije-, si todo sale como me contás, la categoría “mujeres” (clásicas, digamos), va a quedar reducida a Beatriz Argimón, Mónica Bottero, Laura Raffo y Graciela Bianchi!”. No le gustó nada la broma, me dijo que seguía siendo un cerdo burgués irrecuperable. Antes de que me colgara le pedí disculpas y que  en otro momento me contara la segunda parte de la reunión.

(Fin de la primera parte)

 

 

 

 

  

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