lunes, 11 de septiembre de 2017

APUNTES SOBRE POPULISMO

                                   
            La expresión “populismo” tuvo y tiene connotaciones peyorativas desde que los partidos políticos marxistas o de izquierda, en la primera mitad del siglo XX, calificaron así a los regímenes que instauraban medidas populares pero sin conmover el poder de la burguesía capitalista.
            En la segunda mitad del siglo XX el sentido peyorativo se invierte, y son los sectores privilegiados, o de la derecha, los que califican como populistas a los movimientos  o partidos políticos que impulsan medidas para ganar apoyo mayoritario,  tales como la distribución de la riqueza mediante impuestos excesivos,  aumentos de salarios sin mejoras en la productividad,  etc,  pero que no  consideran posibles consecuencias negativas como inflación, aumento de la deuda externa, etc.
Las medidas populistas pueden ser de beneficio inmediato en el corto plazo, pero generalmente insustentables y destinadas al fracaso en el largo plazo.
            En su versión democrática de acceso al poder por elecciones, el populismo maximiza y defiende el interés de los ciudadanos comunes a través de reformas y no por la vía revolucionaria. Por ello el populismo de izquierda se ha manifestado con más frecuencia en las últimas décadas, ya que a partir de 1989 la revolución comunista  violenta es cada vez más improbable o difícil de implementar.   
            Se podría definir como populista toda medida  que beneficia a un sector vulnerable de la sociedad, en aparente detrimento de otro sector más privilegiado. El populismo, al promover leyes especiales para grupos especiales,  se aleja del modelo liberal clásico, cuya premisa principal es la de que todos nacen con las mismas oportunidades  o  posibilidades de estudiar y esforzarse para triunfar en la sociedad, y por lo tanto la ley debe ser igual para todos.
            El populismo se apoya en la convicción de que el régimen liberal ortodoxo beneficia sobre todo a las empresas y  no logra que la riqueza generada por ellas “salpique hacia abajo”  (trickle down) en beneficio de las mayorías trabajadoras.
            Mantiene el sistema capitalista pero establece leyes especiales para que la riqueza generada por la clase empresarial llegue a manos de sectores especialmente vulnerables  mediante subsidios, transferencias, control de precios,  tarifas, controles de cambio y otras medidas de fácil aceptación popular.
            El gobierno populista a veces protege a los empresarios que son sus amigos que colaboran con donaciones, y presiona y extorsiona a las empresas enemigas.
            El aparato burocrático distributivo del populismo basa su poder en ayudar a los pobres, a los cuales hace dependientes, e impone altos impuestos a los ricos para otorgar beneficios y transferencias a los sectores marginados.
            Puede arrancar con éxito expandiendo el mercado interno, aumentando el gasto público con empleos, subvenciones, transferencias, propaganda, gastos militares,  subsidios a empresas autogestionadas,  y  aventuras en el exterior, pero suelen terminar a mediano plazo en  grandes fracasos económicamente insostenibles.
            El populismo suele llegar al poder cuando entra en quiebra el poder ancestral  de los ricos basado en las tradiciones, la represión, el respeto, la religión o  la colonización, y los partidos políticos del establishment  entran en crisis  o el descrédito generalizado.
            La publicidad de los medios de comunicación hace que los pobres crean que pueden cambiar su situación y acceder rápidamente a los infinitos  bienes que produce la sociedad de consumo, pero como no saben hacerlo, se produciría un estado que las clases dominantes califican de “resentimiento”.  El populismo basa su discurso en la dicotomía entre ricos y pobres,  y alimenta ese resentimiento predicando que la situación de los pobres es culpa de los privilegiados.
            El populismo prioriza la relación con los sindicatos en detrimento de las relaciones con los gremios empresariales.  Establece relaciones preferentes con ciertos grupos sociales para beneficiarlos especialmente, en perjuicio de otros más privilegiados.  El populismo se autodefine como más democrático porque su objetivo es la igualdad social, el favorecimiento de los más débiles.  En nombre de ese fin superior, no es del agrado del populismo que su mandato termine en fecha fija. Sus líderes suelen mantenerse mucho tiempo en el poder invocando la voluntad popular y relativizando  el respeto a las  leyes electorales y constitucionales.
            Tampoco  es de su agrado la división del gobierno en tres poderes, ni el equilibrio y control mutuo de intereses diversos de la democracia formal. No es de su agrado la existencia de una oposición crítica a través de la libertad de prensa, y ejerce fuertes presiones sobre un poder judicial independiente. Tiende a formar un Movimiento por encima de los partidos y ejercer el control sobre el Parlamento.  Fomenta la figura de un líder paternalista, protector o salvador, y la consiguiente dependencia emocional de sus protegidos. El líder tiende  una línea de comunicación directa con el pueblo,  desconfía de intermediarios y acude con frecuencia a votaciones de democracia directa:  referendums,  plebiscitos y asambleas multitudinarias.   No se interesa demasiado en mejorar la educación de las mayorías dependientes,  y  desprecia las opiniones técnicas, jurídicas  y  académicas.
            Construye leyes improvisadas y tomadas a la ligera. Practica la demagogia al prometer acciones imposibles de cumplir. Termina acumulando poder como un fin en sí mismo,  que  reparte entre sus militantes de confianza.       La cantidad de leyes, reglamentos y controles que instaura culmina  en corrupción, amiguismo y fracaso de las políticas que lo llevaron al poder.
  
Fuentes: Jorge Lanzaro. José Manuel Quijano, Andre Munro,  José Alvarez Junco,  F. Hernández,  Carlos Domingo,


lunes, 4 de septiembre de 2017

LOS BYPASS

LOS BYPASS                                                    Junio del 2016
Mi querida familia que es medio endógena y se mueve en bandada como  japoneses o pájaros,  entró a darse manija con mi salida prematura del sanatorio después de una operación sencilla de corazón, y empezó a llamarme para que retrasara mi salida de Impasa con el fin de evitar el frío de la calle, la subida de la escalera, etc. Sugerían que yo fingiera dolores inexistentes o fatigas varias. Los arquitectos de la familia adujeron que mi escalera del siglo XIX de cuatro metros de altura  no cumplía con la ecuación de Blondel (escalones de 18 X 28) y que yo debía llamar a la Coronaria para que dos forzudos me subieran en vilo.  A todo esto yo me venía escribiendo desde el CTI con Elena  en Milán para presentar a un concurso una obra contemporánea conjunta, pero sin contarle de mi crisis cardíaca.  Era una escultura “moderna” con pinta de los sesenta, a la cual Elena debía agregarle unos bichos inquietantes. Representaba “la Modernidad amenazada por la Medialuna Islámica, la Hamburguesa de Macdonald y la Pizza con Champán Sudaca”, o algo así. Pero Elenita volvía justo el día que había que entregar las carpetas, por lo que el proyecto era inviable. Me olvidé además que Eloísa era como culo y calzón con Elenita y enseguida la  enteró de mis  by-passes y además le dijo que casi me moría, lo cual no era cierto porque yo me hubiera enterado.  En plena convalecencia estuve considerando, en cambio,  presentar una obra autoreferencial: el video de un catéter entrando por "Mis Arterias coronarias tapadas por la basura del Consumismo capitalista y Patriarcal" o algo así.  Al final me incliné por la escultura, pero los bichos inquietantes los tuve que hacer yo, hubieran quedado mejor los de Elenita. La obra fue rechazada.

                  
                                                     150 x100, poliestireno, tela, papel, acrílico, tinta china, madera, 2016.