EL ESTADIO Y LAS CLASES
SOCIALES
Cuando era niño iba con
mi padre a ver a Nacional a la tribuna América, bastante exclusiva y burguesa.
En los años de liceo iba con compañeros de clase a la Olímpica, más
clasemediera. Como estudiante universitario iba con otros camaradas a la
Amsterdam, popular y proletaria, y coincidiendo con la caída definitiva de la
Suiza de América, terminé en 1970 yendo a la Talud para ver al Nando Morena,
que jugaba tan bien. A la tribuna Colombes nunca fui porque era una tribuna
medio lumpen, término en desuso que en clave marxista aludía a chorros y
desclasados. Pero las cuatro tribunas respiraban cierta homogeneidad
republicana, todo el mundo se mezclaba un poco, y uno podía ir a cualquiera de
las cuatro, con más o menos dinero. Lo cierto es que el Estadio Centenario de
1930 representaba, como arquitectura, el proyecto de una sociedad bastante
igualitaria, la democracia del Uruguay socialdemócrata. Pero nadie protestó
cuando Peñarol construyó su estadio en el 2006 vendiendo 120 palcos VIP para
que sus socios más chetos vieran los partidos desde sus cómodos cubículos
vidriados. La arquitectura reflejó esta vez el fin del viejo sueño batllista. Compleja
tarea tendrán los organizadores del mundial del 2030 para financiar las reformas
del Estadio Centenario, patrimonio histórico, y mantener sus valores arquitectónicos
y sociales.
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