ARTE y DISEÑO, 2006 Mi idea actual es un poco distinta, enriquecida o complejizada por los textos de Bourdieu vistos en el 2015.
El mundo de las artes visuales (dibujo, pintura, escultura, fotografía, y otros nuevos lenguajes) se divide en dos grandes submundos: el del arte comercial y el del arte culto.
El arte comercial es el que predomina en buena parte de las Galerías de Arte privadas, y está constituido por el conjunto de obras realistas o figurativas dedicadas a reproducir las apariencias más o menos miméticas de objetos agradables, bellos o sentimentales, tales como puestas de sol, flores, paisajes marinos, gauchos y escenas camperas, danzas de tango o abstracciones banales derivadas de la imaginería torresgarciana. En el arte comercial el objetivo de la obra es principalmente decorativo: complacer el gusto dominante y vender la obra como una mercancía de consumo adecuada al color de las paredes y los muebles.
En cambio, por definición, el arte culto, antes llamado de vanguardia, está hecho por intelectuales (gente que reflexiona sobre la condición humana), es difícil de interpretar, hermético, muy especializado, e inextricable para quien no domina la historia del arte, ni domina los códigos, convenciones y sobreentendidos que manejan los miembros de su reducido grupo de cultores, generalmente artistas jóvenes en el entorno de los treinta y cinco años, de izquierda y/o políticamente correctos.
En el sofisticado circuito del arte culto se considera que una obra debe poseer sin falta un fuerte componente crítico. Toda obra culta supone una crítica hacia algo anterior contra lo cual el artista se rebela. La crítica puede estar dirigida hacia afuera del arte, al sistema social y político, o puede estar dirigida hacia adentro, hacia el propio lenguaje artístico, o hacia ambos. El arte culto alude a la condición humana: el dolor, el misterio de la vida y la muerte, y los temas favoritos de la crítica ya no son tanto la pobreza, la lucha de clases o la guerra, sino los que se derivan de los movimentos sociales de la posmodernidad, como la ecología, el feminismo y los derechos humanos.
La crítica al lenguaje artístico se traduce en el ataque a la pintura de caballete y la escultura tradicional, y propone la expansión del campo del arte a través del uso de medios alternativos como el video, la fotografía, la informática, el cuerpo, el concepto, la instalación, la perfomance, el comic, el graffitti, y otros lenguajes no convencionales.
Así por ejemplo una típica muestra de arte culto de las últimas décadas puede estar protagonizada por:un montón de basura en el medio de la sala, un paño higiénico con sangre o vello púbico pegado en las paredes, y fotos carnet de uno o varios desaparecidos durante la dictadura militar. Las tres piezas dirigen su crítica al deterioro del medio ambiente, a la condición femenina, a la vulneración de los derechos humanos, y a su vez atacan al óleo sobre tela, la escultura tradicional y la fotografía “artística”.
La mayoría de los artistas nos enfrentamos, al principio de nuestras carreras, o permanentemente, al dilema de a cual de los submundos del arte queremos pertenecer: el del prestigio, la posteridad, la gloria, y eventualmente a largo plazo el dinero que paga el arte culto, o el éxito inmediato del mercado, las ventas masivas y el dinero fácil del arte comercial; y nuestros héroes son aquéllos que sólo hacen arte para sí mismos y no piensan en nada de esto.
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