Hasta ahora estoy muy contento de haber votado a Lacalle Pou y la coalición multicolor, por apoyarse en el asesoramiento de los científicos, por la manera en que se logró fortalecer el sistema de salud durante seis meses con un número bajísimo de casos, por haber conseguido tantas vacunas ante el fracaso de la compra colectiva, por la eficacia y celeridad de la vacunación, por atender en estas últimas semanas muchísimos reclamos muy difíciles de instrumentar, por la inteligentísima decisión de trasladarle a los gremios la responsabilidad de hacer la lista de trabajadores más o menos informales que van a recibir subsidios, exenciones tributarias, y otros beneficios.
Todos estos logros que en las encuestas le dan a Lacalle un apoyo del sesenta y pico por ciento se van por el drenaje si el Senado vota esa ley de Delito de Peligro, que desde ya cuenta con la opinión contraria de prestigiosos abogados del ámbito penal. El propio Manini, el supuesto facho de “se acabó el recreo” dice que no vota la ley si no se especifican con precisión los delitos, que tal como está redactado el proyecto, le deja a los policías y fiscales un margen enorme de discrecionalidad, subjetivismo o capricho.
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