viernes, 20 de enero de 2017

EL GALPON DE ESQUILA
            En esos primeros de la década del 60 hubo un concurso en Facultad para reemplazar a Arostegui y Paysee Reyes, que se retiraban como jefes de Taller de Proyectos. Se presentaron dos ayudantes de  Paysee   que se llamaban Chappe y Monestier, que eran muy buenos arquitectos y muy buenos docentes. Algo soberbios,  subestimaron un poco a sus rivales y no calibraron la orientación política ampliamente izquierdista que imperaba en la Facultad. Los otros concursantes se plegaron al discurso dominante y ganaron los cargos con facilidad, hablando de la misión social de la arquitectura, la acción comunitaria, el bien común, y en contra del individualismo y la clientela aburguesada de Pocitos.
            Yo me anoté en uno de los talleres socialistas, más por ignorancia que por convicción, y el primer ejercicio consistió en proyectar un galpón de esquila. Diligentemente me fui hasta la Facultad de Agronomía, lejísimos, y estudié en varios libros el movimiento de las ovejas desde que entran por potreros y galpones hasta que salen trasquiladas, de manos de las cuadrillas de peones zafrales. Fui a ver una esquila de verdad y me dieron lástima las ovejitas rapadas y estresadas, tiritando de frío, con algunas lastimaduras de las tijeras.. Me resultó fácil dibujar el esquema funcional de los galpones y saqué una buena nota. Pensé  que me gustaba  más la ingeniería y la economía del proyecto que la arquitectura entendida erróneamente como algo superfluo y caro que se agrega al esquema funcional. Error mío y del Taller donde me cobijé en esos años tan formativos y que pagaría caro. 



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