EL GALPON DE ESQUILA
En esos
primeros de la década del 60 hubo un concurso en Facultad para reemplazar a
Arostegui y Paysee Reyes, que se retiraban como jefes de Taller de Proyectos.
Se presentaron dos ayudantes de Paysee que se llamaban Chappe y Monestier, que eran
muy buenos arquitectos y muy buenos docentes. Algo soberbios, subestimaron un poco a sus rivales y no
calibraron la orientación política ampliamente izquierdista que imperaba en la
Facultad. Los otros concursantes se plegaron al discurso dominante y ganaron
los cargos con facilidad, hablando de la misión social de la arquitectura, la
acción comunitaria, el bien común, y en contra del individualismo y la
clientela aburguesada de Pocitos.
Yo me
anoté en uno de los talleres socialistas, más por ignorancia que por
convicción, y el primer ejercicio consistió en proyectar un galpón de esquila. Diligentemente me fui
hasta la Facultad de Agronomía, lejísimos, y estudié en varios libros el
movimiento de las ovejas desde que entran por potreros y galpones hasta que
salen trasquiladas, de manos de las cuadrillas de peones zafrales. Fui a ver
una esquila de verdad y me dieron lástima las ovejitas rapadas y estresadas,
tiritando de frío, con algunas lastimaduras de las tijeras.. Me resultó fácil
dibujar el esquema funcional de los galpones y saqué una buena nota. Pensé que me gustaba más la ingeniería y la economía del proyecto
que la arquitectura entendida erróneamente como algo superfluo y caro que se
agrega al esquema funcional. Error mío y del Taller donde me cobijé en esos
años tan formativos y que pagaría caro.
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