Apuntes autobiográficos
ARISMENDI
Y LAS MASAS
Recuerdo
otra reunión chica en casa de familia con Arismendi, a mediados de los sesenta,
donde el líder del PC explicó que teníamos que acumular fuerzas, conseguir la
adhesión de mucha gente, en lo posible toda la clase media, agrandar el
Partido, agrandar la izquierda, fortalecer los sindicatos, juntar todas las
masas democráticas en un gran frente popular. La reforma agraria, la nacionalización
de la banca y del comercio exterior eran algunas de las banderas que
podían unir la clase obrera con la clase media, los pequeños comerciantes y
pequeños productores rurales. Las libertades democráticas del Uruguay eran el
marco ideal para acumular fuerzas. No se debía ni podía pensar en una
revolución socialista sin haber juntado la voluntad o el consentimiento de la
mayor parte de la población. En algún momento, la crisis del capitalismo sería
inevitable y las contradicciones del sistema estallarían y el régimen burgués
mostraría su verdadera cara represiva, pero encontraría a las masas preparadas
para combatir a la derecha y encauzar la revolución. Otros grupos, más
radicales, como tupamaros y anarquistas, también me invitaban a sus reuniones.
Ellos pregonaban el foquismo. Un grupo chico, armado y bien dispuesto, en
nombre de los intereses populares, podía acelerar las contradicciones del
sistema, obligar a la burguesía a sacarse la careta democrática y reprimir la rebelión.
En el fragor de la lucha, las masas descubrirían la verdad y se sumarían al
movimiento revolucionario. La tesis tupamara también interpretaba la historia
como un engranaje, un progreso mecánico sin retroceso y en una sola dirección:
el socialismo. En algún momento parecía que Arismendi iba a denunciar a los
tupamaros como provocadores que ponían en peligro la trabajosa acumulación de
fuerzas lograda durante tantos años, pero no se animó, y decidió acompañar el
foquismo tupamaro, la aventura suicida del Che, etc, con los resultados
conocidos.
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