Es sabido que la mayoría de los políticos, en cargos
jerárquicos, incluyendo blancos y colorados, donan parte de su sueldo al partido que los
apoyó en sus nombramientos, pero me resulta admirable cuando la parte que donan
es enorme, y se quedan con un salario equivalente al de un obrero calificado.
Yo nunca pude ser tan desprendido. Siempre pensé que era más urgente hacerme un
implante, cambiar la compu, reciclar el baño.
A fines de los sesenta conocí bastante a Eugenio Gómez,
porque me casé con su hija Libertad, alias Chola. Gómez fue fundador del Partido Comunista en los años veinte,
líder absoluto y su diputado por muchos períodos. Su hija me contaba que donaba
la mayor parte de su sueldo al Partido, y además pretendía, infructuosamente, que ella se vistiera como obrera y concurriera
al liceo con “alpargatas Rueda”, a rayitas grises. Como Gómez era tozudamente stalinista, en 1955 fue derrocado
por Rodney Arismendi en un golpe palaciego descrito por Mauricio Rosencof en
uno de sus libros. En otros libros de historia del Partido, el nombre de Gómez y
sus fotos fueron piadosamente borrados. Politicamente solo, murió unos meses
antes del golpe militar del 73, no sin antes decirme que yo era un
pequeñoburgués totalmente inútil para la causa proletaria.

Creo que Mujica, Topolansky y otros
tupamaros derrotados en la guerra, después del 84 se plegaron a la lucha política y también adoptaron,
en general, una conducta de austeridad, donando una parte importante de su
sueldo, lo que en parte explicaría la adhesión de la gente humilde y su éxito
electoral. Si desviaron fondos públicos hacia causas populares y
revolucionarias, todavía está por probarse.

Recientemente se reveló que el
simpatiquísimo e inteligente diputado comunista Oscar Andrade donaba la
mayor parte de su sueldo al Partido, y también donaba sus honorarios por
participar en Todas las Voces del canal cuatro.
Esto de que los empleados
públicos, en la etapa de dictadura del proletariado deberán cobrar solamente el salario de un
obrero, está escrito en un famoso texto de Vladimir Ilich Lenin de 1917, El
Estado y la Revolución, Capítulo III, en el cual cita al Carlos Marx de
1871 posterior al fracaso de la Comuna de Paris.
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…” La cultura
capitalista ha creado la gran producción, fábricas, ferrocarriles, el
correo y el teléfono, etc., y sobre esta base, una enorme mayoría de las
funciones del antiguo "Poder del Estado" se han simplificado
tanto y pueden reducirse a operaciones tan sencillísimas de registro,
contabilidad y control, que estas funciones son totalmente asequibles a
todos los que saben leer y escribir, que pueden ejecutarse en absoluto por
el "salario corriente de un obrero", que se las puede (y se las
debe) despojar de toda sombra de algo privilegiado y
"jerárquico". La completa elegibilidad y la amovibilidad en
cualquier momento de todos los funcionarios sin excepción; la reducción de
su sueldo a los límites del "salario corriente de un obrero":
estas medidas democráticas, sencillas y "evidentes por sí
mismas", al mismo tiempo que unifican en absoluto los intereses de los
obreros y de la mayoría de los campesinos, sirven de puente que conduce del
capitalismo al socialismo.” (Archivos Lenin)
La idea de Marx era muy
linda. Todo el mundo que supiera leer y escribir podía ser elegido gobernante,
amovible en cualquier momento, y trabajar por el sueldo corriente de un
obrero.
El asunto se complicó en
varias dictaduras del proletariado, cuando varias muchachas de 15 años se
negaron a ir al liceo con Alpargatas Rueda, y varios empleados se negaron a
ganar el sueldo corriente de un obrero. Una pena.
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