30 de Octubre de 2017
Juan Silva, alias
Silvita, rubio, bajito de pelo crespo, compañero mío de la Facultad en los
sesenta, con cierta tendencia a caer en
entusiasmos tardíos, ayer me contó que
es miembro fundador del Partido de Izquierda Populista Independiente, PIPI, un
nuevo partido político que en estos días se presenta formalmente ante la Corte
Electoral. Según Silvita, el adjetivo “populista” no debe ser un término
vergonzante y debe ser asumido sin complejos. En la época del liberalismo
clásico, los gobiernos no conocían muy bien a sus súbditos, todos los
ciudadanos eran iguales ante la ley, y la ley era igual para todos los
ciudadanos, y el éxito de cada individuo dependía de sus méritos y empeño
personal. Pero pronto quedó claro que el éxito en la carrera de cada individuo
dependía del punto de largada, siempre desigual. En este siglo 21, en la nueva era de la
hiper-información, internet y las redes sociales, los gobiernos y pueblos saben
todo de cada ciudadano, y las sociedades reconstruyen tribus, sectas,
nacionalidades, sexos, razas, y se autoasignan leyes especiales para cada sector de población,
en lo que las fuerzas progresistas llaman “política de identidades”, que
consiste en otorgar ventajas especiales a los grupos más atrasados en el famoso
punto de largada. Dice Silvita que las
listas de senadores y diputados del PIPI se harán mediante un concurso de identidades en lugar del clásico sistema
del dedo, militancia o donación financiera. El aspirante debe llenar
un formulario y declarar que pertenece por lo menos a tres categorías:
Mujer. Asalariado. Fumeta. Indígena.
Queer. Sindicalizado. Trans. Palestino. Discapacitado. Comunista. Negro. Inmigrante.
Obeso. Descendiente de Pueblos Originarios. Marrón. No universitario. Que vive al norte de Avenida Italia. Otros. Cada categoría vale 5 puntos. Para ser
considerado candidato el aspirante debe sumar
15 puntos o más. Las condiciones de Anglosajón,
de Raza Blanca, Varón, Capitalista, Patriarcal, Liberal, Hétero, Socialdemócrata,
Que vive en Carrasco, Otros, valen cero,
pero no serán consideradas un demérito o un impedimento para postularse. Las
declaraciones serán evaluadas por las empresas Google, Facebook y Twitter, que ya
poseen toda la información de todos los ciudadanos y candidatos, y además son
hinchas de la Clinton y más progresistas que las viejas consultoras de Recursos
Humanos de la City. En la era de la
Post-verdad y el Simulacro, donde nada es comprobable y nada hay fuera del
texto. lo que podrán hacer los poderosos algoritmos de las tres empresas
será cruzar información y desenmascarar
al mentiroso y al hipócrita. Por ejemplo: un candidato se declara identificado
con, o es descendiente de, los mapuches, pero aparece en Instagram luciendo una
remera de Benetton. Eliminado. Otro caso: se declara dirigente sindical pero
pronuncia las eses al final de las palabras. Eliminado. Otro ejemplo: una mujer
se presenta como Trans pero aparece en las fotos de la Barra Brava de la
Amsterdam. Eliminada. Con este
procedimiento, Silvita está muy entusiasmado, confía en que todos los grupos
oprimidos se verán bien representados por algún candidato a legislador del PIPI
así designado, y aspira a captar el voto
de escindidos y tránsfugas de los partidos convencionales.
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