jueves, 6 de septiembre de 2018

EL DIQUE MAUA


                                     
En la década del 90 los gobiernos llamados neoliberales encararon el desalojo y demolición de decenas de casas ilegales mal construidas en terrenos de uso público de la Faja de Defensa de Costas.  Los casos más notorios  ocurrieron en Cabo Polonio y Punta del Diablo, en Rocha. Ambos episodios fueron difundidos profusamente  por televisión, en virtud de los sentimientos poderosos  de horror y compasión que siempre despiertan los enormes buldozers tirando casas. Los opositores a las demoliciones decían que en lugar de esas construcciones humildes, los gobiernos neoliberales, cómplices del  capital privado, iban a autorizar allí hoteles de cinco estrellas. El Dr Gorosito, a la sazón director de la Dirección Nacional de Ordenamiento Territorial, en una recordada entrevista con los canales, dijo que por lo contrario, esas playas ya estaban privatizadas por los ocupantes, y que los desalojos y demoliciones justamente devolvían esas tierras al uso público. Pasaron veinte años, y hoy en plena hegemonía del progresismo tardío, el gobierno pretende venderle dos estratégicos terrenos patrimoniales de la rambla sur  a Buquebús para que  construya una terminal de barcos y un hotel de cinco estrellas. Pero en este caso no hay proyecto, no hay estudios de impacto ambiental, no hay dibujos de las escolleras necesarias para proteger a los barcos de las sudestadas y el pampero, ni cuánto cuestan ni quién las va a pagar, no hay puesta de manifiesto del proyecto en la DINAMA, no hay audiencias públicas para que la gente opine, no hay nada. Lo más curioso de todo es que  el partido más liberal, el blanco, defensor de la leyes y la honestidad administrativa, que tuvo la enorme valentía de liberalizar y privatizar el Puerto en los noventa,  contra viento y marea,  se sacrifica de nuevo por la patria y le saca las castañas del fuego al gobierno socialista,  sumando sus votos a una venta apresurada de terrenos   donde todo es confuso, turbio y opaco como el famoso remate de Pluna.   


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