lunes, 6 de abril de 2020

SILVITA Y EL EFECTO CUARENTENA


SILVITA Y EL EFECTO CUARENTENA                            
Juan Silva, rubio, bajito, de pelo crespo, alias Silvita, un poco más joven que yo pero se recibió después, me llamó el fin de semana para preguntarme cómo me iba de cuarentena y le dije: contentísimo, mi grupo etario de ochenta y más es el que tiene menos contagiados ¡pelotudo! Le dije que mi vida no era muy diferente a mi vida anterior, radio, tele, compu, celu, mate en el balcón a mirar las chiquilinas y tá. Pero a él no lo encontré como siempre, lo encontré irritable y enojado. Dice que se entusiasmó con los primeros veinte días del gobierno pero ahora tiene la impresión de que se ven medio boludos los milicos persiguiendo en helicóptero a gente que parece feliz, los que van un rato a la playa, los que caminan por la rambla, los que hacen picnic en el pastito o van a patinar o hacer un asadito por ahí.  Dice Silvita que los milicos, (que aparentemente son todos de Casavalle), por tener que laburar horas extra le tienen bronca a los chetos de la costa. Al fin y al cabo éstos, con sus viajes por Europa son los que trajeron el virus; todos los infectados son como de Carrasco, Pocitos y Punta Gorda, se contagian en grandes fiestas de casamiento, y se internan en el Británico con los millonetas del crucero australiano. Dice Silvita: ¿te acordás cuando el Mides de la Arismendi le dio plata a los pobres de los cantegriles y salieron todos a comprarse celulares y los fachos los criticaron y Vázquez tuvo que salir a defenderlos? Bueno, las vueltas de la vida: parece que este muchacho Bartold con cara de nerd del Opus, que al principio me gustó porque dijo que iba a mudar la oficina del Mides a Casavalle, le va a regalar a todos los pobres un I-phone con APPS para que compren las canastas de $1200 en el almacén del barrio.  Entendiste mal Silvita, le dije. Van a tener que usar el que les dio la Arismendi, o por lo menos uno no tan viejo, pero que valga menos de $1200, entendiste? Se quedó cavilando, se ve que el encierro no le hace bien, pobre Silvita.

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